La funeraria "La Soledad" se encontraba en el número 90 de la antigua calle Torrijos, hoy Carreterías. Estaba regentada por Rafael García, a la que la Archicofradía de los Dolores adquirió ataúdes forrados de bayeta en numerosas ocasiones. La empresa tuvo también una sucursal en calle Comedias, esquina a calle Lazcano. Hacia finales del XIX, Rafael García se asocia con Antonio Alfaro, bajo la firma "La Soledad. Rafael Garcia y Antonio Alfaro", cambiando de domicilio al Muro de San Julián, esquina a calle Nosquera.
Bajo dirección de esta familia, trabajó como agente Francisco de Asís Cabrera Anaya, destacado cofrade de Fusionadas, Misericordia y Cena, en el primer tercio del siglo XX, al que el negocio no le era ajeno, al ser sobrino de Eduardo Anaya Díaz, propietario de la empresa "La Funeraria".
Nació en Málaga en 1956, realizó sus estudios de bachiller en el Colegio de San Estanislao de Kostka de Málaga y de Arquitectura Superior en la Universidad de Navarra. Realizó el proyecto de la Casa Hermandad de los Dolores.
Nació en Puerto Príncipe (Cuba), hija de Avelino y Soledad. Casó con José Matías de Araoz Herrero, que en 1895 estaba destinado en Cuba como Teniente Coronel de Infantería, Juez instructor permanente de la Capitanía General.
Funeraria ubicada en calle Nosquera nº 10, propiedad de Federico Fernández. La empresa vendía ataúdes y camillas y al servicio de alquiler de coches fúnebres. En 1891 su encargado era Félix de Bustos.
Pasada la mitad del siglo XIX se impuso la utilización de coches fúnebres para el traslado de los finados, servicio que a pesar de ser pagado por particulares o corporaciones, el Ayuntamiento adjudicaba a una empresa, adoptando unas tarifas fijas según la categoría del sepelio. Araceli González, en su libro sobre el Cementerio de San Miguel publica al respecto un documento conservado en el Archivo Diaz Escovar: el contrato realizado en 1861, por el Ayuntamiento con Joaquín Bacó y Periu, vecino de Sabadell, en el que se establecían los cuatro tipos de coches de caballos y sus precios correspondientes.
En el Archivo de la Hermandad se conservan numerosas facturas, desde 1868 hasta inicios del siglo XX, tanto del mencionado Joaquín Bacó, como posteriormente de su viuda, con la denominación de Viuda de Bacó. En el entierro que se proporcionaba a los hermanos estaba incluido, según los Estatutos, coche de segunda clase. La carro- za iba tirada por 2 caballos con penachos, cortinajes y mantillas de paño con galón y fleco de seda.
Sin embargo, también encontramos algunos recibos de Bacó correspondientes al traslado de hermanos difuntos en coches de tercera clase, que eran mucho más económicos y, aunque también eran tirados por dos caballos, los equinos y la carroza iban sin penachos negros y con el cortinaje, mantillas y galón de estambre. Esta circunstancia se debía a que algunas familias de los fallecidos destinaban la diferencia del precio de los coches, en mejorar otros aspectos del sepelio, como prolongar la comitiva de eclesiásticos, tras el funeral en la parroquia, hasta el cementerio.
La empresa Bacó tuvo sus oficinas en el Muro de San Julián nº 31, junto a las funerarias de la ciudad, y las cocheras, cercanas al camposanto, en la antigua Alameda de Olletas.
Pasada la mitad del siglo XIX se impuso la utilización de coches fúnebres para el traslado de los finados, servicio que a pesar de ser pagado por particulares o corporaciones, el Ayuntamiento adjudicaba a una empresa, adoptando unas tarifas fijas según la categoría del sepelio. Araceli González, en su libro sobre el Cementerio de San Miguel publica al respecto un documento conservado en el Archivo Diaz Escovar: el contrato realizado en 1861, por el Ayuntamiento con Joaquín Bacó y Periu, vecino de Sabadell, en el que se establecían los cuatro tipos de coches de caballos y sus precios correspondientes.
En el Archivo de la Hermandad se conservan numerosas facturas, desde 1868 hasta inicios del siglo XX, tanto del mencionado Joaquín Bacó, como posteriormente de su viuda, con la denominación de "Viuda de Bacó". En el entierro que se proporcionaba a los hermanos estaba incluido, según los Estatutos, coche de segunda clase. La carro- za iba tirada por 2 caballos con penachos, cortinajes y mantillas de paño con galón y fleco de seda.
Sin embargo, también encontramos algunos recibos de Bacó correspondientes al traslado de hermanos difuntos en coches de tercera clase, que eran mucho más económicos y, aunque también eran tirados por dos caballos, los equinos y la carroza iban sin penachos negros y con el cortinaje, mantillas y galón de estambre. Esta circunstancia se debía a que algunas familias de los fallecidos destinaban la diferencia del precio de los coches, en mejorar otros aspectos del sepelio, como prolongar la comitiva de eclesiásticos, tras el funeral en la parroquia, hasta el cementerio.
La empresa Bacó tuvo sus oficinas en el Muro de San Julián nº 31, junto a las funerarias de la ciudad, y las cocheras, cercanas al camposanto, en la antigua Alameda de Olletas.
El origen de la Casa de Misericordia se remonta a la Ley de Beneficencia de 1849, que es la ley que posibilita que en 1862 se fusionen las casas de socorro, providencia, expósitos y mendigos en una Casa de Misericordia que debía crearse en cada capital de provincia. En el caso de Málaga, la institución estaba instalada en dependencias del antiguo convento de Santo Domingo, pasando luego por diversas ubicaciones hasta la construcción de un edificio nuevo junto a las playas de Poniente denominado, tras la Guerra Civil, Hogar Provincial Nuestra Señora de la Victoria y, desde 1988, Centro Cívico, destinado a actividades culturales de la Diputación Provincial.
La Casa de Misericordia no solo acogía a niños huérfanos, también a adultos en situación de extrema pobreza. En este sentido ofrecía también la participación de pobres en los cortejos fúnebres, como consta en los recibos impresos conservados en la Archicofradía de los Dolores.
El origen de los Niños de la Providencia se remonta a la llegada a Málaga, en 1741, del maestro Felipe Antonio Montero que se dedicó a acoger a niños desamparados, dándoles alojamiento e instrucción en su casa de calle Re- fino. Al parecer este personaje vino reclamado por el padre Cristóbal de Rojas, y mantuvo en sus inicios estrechas relaciones con el Oratorio de San Felipe.
Los Niños de la Providencia fueron dotados de algunas rentas para paliar su precaria subsistencia y a depender de un Patronato que inicialmente ostentaba el cabildo municipal y administraba la Junta del Nuevo Pósito, institución que desde 1746 quedaría encargada también de su gobierno en detrimento del cabildo. A instancias del Consejo de Castilla sus constituciones se redactaron en 1769, y fueron aprobadas en 1773. La publicación del texto estatutario, carente de fecha y lugar de edición, incorporó en la portada un grabado calcográfico anónimo de la Virgen de los Dolores, que nos aporta una imagen gráfica de los Niños de la Providencia, vestidos con sotanilla negra y postrados de rodillas.
Por esta comitiva infantil, la Archicofradía de los Dolores pagaba un real por cada niño en 1836, cantidad que se duplicó años después, según consta en un impreso firma- do por Jorge Loring, como vocal depositario de la Casa de Socorro. El recibo está fechado el 28 de abril de 1856, tan solo diecisiete días después de que esta relevan- te figura de la burguesía malagueña hubiera recibido el titulo de Marqués de Casa Loring, por su labor humanitaria durante la epidemia de cólera, morbo que había asolado la ciudad entre 1854 y 1855.
Los cambios de denominación, e incluso de administración de institución encargada de velar por los niños huérfanos, se traslucen también en la documentación del Archivo de los Dolores. A partir de la Ley de Beneficencia de 1849, en 1862 se fusionaron las casas de socorro, providencia, expósitos y mendigos en una Casa de Misericordia que debía crearse en cada capital de provincia.
El Diario Málaga-Costa del Sol fue un periódico español editado en Málaga entre 1983 y 2006. Nacido en la década de 1980, en el contexto de la aparición de nuevos periódicos, pronto se posicionó como un competidor del diario Sur. En la dirección del diario se encontraba Manuel Jiménez, contando con redactores como Manuel Mechant, Federico Cuberta o Álvaro Rodríguez. Llegaría a contar con una edición digital. En 2003 el diario fue adquirido por el grupo empresarial «Construcciones Salamanca». Dejó de editarse en octubre de 2006, tras la detención de su dueño —el empresario Emilio Rodríguez Bugallo— durante la llamada Operación Malaya.
La Hermandad de Jesús Nazareno se fundó en el año 1692 en la iglesia de San Juan. La imagen titular era una talla anónima malagueña de finales del siglo XVIII.
En 1716, el entonces Hermano mayor de la Cofradía del Santísimo Sacramento, D. Pedro Ponce, en nombre de la misma vendió a la Hermandad de Jesús Nazareno representada por sus Hermanos Mayores D. Cristóbal Rodríguez y D. Jacinto Bautista Villavicencio, parte de un solar de una casa aneja a la capilla del Santísimo para que pudiese labrar su capilla. La imagen de Jesús Nazareno ocuparía desde entonces el espacio correspondiente a la actual capilla bautismal de la Iglesia de San Juan.
Por descripciones de periódicos del siglo XIX hacía su desfile procesional en unión de las otras Cofradías existentes en la misma Parroquia de San Juan: Exaltación. Azotes y Columna, la Puente del Cedrón y Ntra. Sra. de los Dolores de la Archicofradía Sacramental de este título.
Se conoce que durante el siglo XIX procesionó ininterrumpidamente desde 1860 a 1866. Efectuaban su recorrido procesional con la finalidad del ejercicio de la Estación de Penitencia en la Catedral. A este respecto destacar que esta Hermandad se encontraba entre las privilegiadas que efectuaban su entrada al templo por la Puerta de la Encarnación y no por la Puerta de las Cadenas como hacía el resto.
Hacia finales del siglo XIX la Hermandad inició un periodo de decadencia que terminó en su total extinción. La imagen siguió recibiendo culto en su capilla hasta que en mayo de 1931, en el asalto a la Iglesia de San Juan, fue destruida.