La Imprenta y Librería del periódico El Avisador Malagueño tenía su tienda en c/ del Marqués nº 10 y 12, Málaga.
Artista restaurador en Málaga entre 1940-1950. Realizó trabajos para varias cofradías como la de la Sentencia (Virgen del Rosario de Gutiérrez León) y en la restauración de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores de San Juan.
La Gran Peña, primero ubicada en una planta de uno de los edificios de la calle Larios y después en Puerta del Mar, fue un selecto y exclusivo club social malagueño frecuentado por médicos, abogados, altos funcionarios, o directores de entidades bancarias.
Era hija del que fuera Hermano Mayor, Carlos Rubio Robles y de Coralie Goux Lafenetre y esposa de Sebastián Souviron Utrera. Fue camarera de la Virgen de los Dolores.
La Ferrería de Heredia tenía su tienda en Arriola, nº 20.
Los Talleres de arte de Mario Palma Burgos. estaban ubicados en calle Puerto Parejo, nº 18. Málaga
La Notaría de José Manuel Ávila Pla estaba ubicada en calle Alarcón Luján, nº 8, Málaga.
Manuel L. Sotelo era comisionista delegado. Se dedicaba a representar en la ciudad a firmas comerciales nacionales y extranjeras, que tenía su domicilio social en la calle de Torrijos nº 92. Entre las distintas firmas, aquí se identifica como Representante de La Veneciana, empresa de Málaga.
Hijo natural del Regidor Carlos Federico Sweerts, el presbítero Luis Carlos Swerts Guerrero fue un devoto cofrade de Nuestra Señora de los Dolores a la que dotó de un abultado censo de mil ducados, fundado sobre el Cortijo del Arraijanal y unas casas en la calle Cañaveral, “para que de dichos réditos se dieran misas en la capilla de dicha Señora”. La generosidad y la devoción de Luis Swerts a la Virgen de los Dolores quedó además sobradamente demostrada con la donación en 1752 de una cruz pectoral de Calatrava en porcelana, con ochenta y ocho esmeraldas de diferentes tamaños y guarnecida con puntas de diamantes, según consta en el Libro de Inventario y Alhajas del período 1747-1794. La valiosa joya permaneció en el ajuar de Nuestra Señora hasta el año 1911, en el que la Hermandad decidió venderla para sanear sus maltrechas cuentas.
En su testamento también donó "a la Hermandad de los Dolores de la iglesia de San Juan el Cristo de marfil en cruz de ébano con cantoneras de plata y la peana dorada, para que se ponga los pies de la imagen en su capilla", además de diversos objetos de orfebrería y una venera guarnecida de esmeraldas y otras piedras preciosas que dejó a la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, para cuando saliera en procesión.